|   A la memoria de mi padre: José Berni Gómez q.e.p.d. El inició esta colección  | 
      
      COLECCIONISTA DE VITOLAS DE PUROS Juan Alberto Berni González A.V.E. 1415  | 
       
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tabaco, industria y sociedad -  | 
    
Historia de las interrelaciones del tabaco con las fuerzas 
    sociales, políticas y económicas.
    
En este capítulo analizaremos las interrelaciones entre  Tabaco, Sociedad y Poder ejercidas desde los diferentes agentes, a saber: Poderes político-económicos, Fabricantes, Productores y Consumidores. Pasaremos revista a aquellos acontecimientos que han ido conformando a través de los tiempos el consumo de tabaco en las distintas  sociedades y pueblos y, por tanto, haciendo historia. 
    En la figura adjunta (a la derecha) pueden ver gráficamente estos tres
  agentes, que mediante un delicado equilibrio de fuerzas han jugado a través de los siglos y hasta nuestros días, un papel fundamental en la evolución del
tabaco y de las sociedades.  
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         Tabaco, Sociedad y Poder. 
            Esquema
            gráfico de 
            los  
            agentes e interrelaciones existentes entre ellos. 
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El tabaco, desde su descubrimiento por los europeos, en el primer viaje de Colón en 1492 (ver capítulo el tabaco y el fumar en la historia), fue rápidamente apreciado en un primer momento como mera medicina, y posteriormente incorporado a la sociedad como placer, costumbre o hábito, de diferente modo según el rango social. Por ello, siempre fue una fuente de ingresos en las arcas de las Haciendas de los Estados, tanto productores como comercializadores, por lo tanto estuvo sujeto a fuertes presiones procedentes de los agentes de poder, tanto económicos y políticos (gobernantes, fabricantes, etc...) como sociales (consumidores, vendedores, vegueros, pequeñas explotaciones, etc...).
Estos agentes fueron evolucionando y adaptándose a las distintas condiciones de cada momento histórico en forma de restricciones, prohibiciones, impuestos, leyes, presión social, avances tecnológicos, etc... llegando hasta nuestros días con un panorama de fuerte presión anti-consumo ejercida, sobre todo, por los estados desarrollados, dado el impacto sobre la salud de la sociedad producida, en mi opinión, por el consumo excesivo de cigarrillos. Los estados modernos gastan ingentes sumas de dinero en su sistema de salud para intentar paliar las enfermedades circulatorias y pulmonares crónicas causadas por el tabaquismo, siendo el cigarrillo el elemento que mas incide en el problema, por su gran implantación, agravado con los elementos químicos tóxicos incluso favorecedores de la adicción o dependencia. Estos aspectos negativos tienen mucha menor incidencia en el consumo de cigarros puros (menor toxicidad, menor frecuencia y menor adicción).
Hay que tener en consideración que el cigarrillo es una invención relativamente reciente de la industria tabaquera que, dado su bajo coste, se dirige masivamente a la población en general sin distinción de niveles económicos, de ahí su clamoroso éxito, enorme difusión y lógico impacto (igualmente masivo) sobre la salud pública.
  
  Los primeros cigarros puros. 
  Parece ser que el tabaco fue usado por la sociedad
  india americana muchos siglos antes del descubrimiento por los europeos,
  estando plenamente aceptado en las distintas sociedades o etnias (tainos, caribes, siboneyes,
  etc...). En
    las Antillas, el cigarro puro fue siempre el modo mas corriente de
    fumar; a finales del siglo XVIII prácticamente no se fumaba otra cosa que
    cigarros, y buena prueba de ello es el texto del misionero dominico francés
    Padre  Juan Bautista Labat (1663-1738), que residió durante mucho tiempo
    en las Antillas y escribió el libro: Viajes en
Isles de América (1693-1705). El Padre Labat nos dice:
« No se usan sino escasamente las pipas en América. Los españoles, muchos franceses e ingleses, casi todos nuestros negros y todos nuestros indios fuman en bouts, o sea, como dicen los españoles, en cigales. Cigales o bouts, dice Labat, es un pequeño cilindro de seis a siete pulgadas de largo y cinco a seis líneas de diámetro, compuesto de hojas de tabaco cortadas a esa longitud, envueltas en un trozo de hoja que se llama la robe («capa»), arrollada propiamente alrededor de aquellas otras que componen el medio y del cual se ata la punta con un hilo. Esta parte es la que se tiene en la boca mientras que la otra es la encendida.»
Así, podemos decir que el tabaco en su forma mas primigenia y
  que es en forma de cigarro puro, se fumó únicamente en Las Antillas (desde
  siempre) y en España a partir de 1658 (*1) según texto manuscrito
  aparecido en Jerez. A partir de los siglos XVII y XVIII también en el resto de
  colonias españolas y ciertas zonas de Asia y Filipinas, donde es llevado por
  éstos. El consumo de cigarros se limitaba a gente de clase acomodada o a
  aquellos marinos, comerciantes, soldados que viajaban a las colonias españolas;
  allí visitaban las tabernas de los puertos, bebían, comían y sobre todo
  fumaban cigarros o tabacos, como se dice en Cuba, y se iban aficionando a tan gustoso hábito. Hacían acopio de
   ellos  para la vuelta y, una vez en la península, extendían su uso; sin
  embargo el resto de la sociedad no tenía acceso a semejante lujo, limitándose a  fumarlo en polvo (esnifado), picado (en pipas) o directamente mascado. 
  El famoso dramaturgo y poeta español  Tirso de Molina nos describe en su obra  La Vilana de Vallecas una cena opulenta;
  al final de la misma, señala una serie de exóticos postres y finaliza con la
  siguiente cita textual: «y al final sacó un tubano de tabaco para echar la bendición».
 Tubano  de tabaco  era en aquellos tiempos
  (principios del siglo XVII) el típico tabaco torcido en forma de cigarro,
  preparado con un manojo de hojas picadas o tripas enrolladas, envueltas en un
  tubo externo de hoja o capa. Se desconoce si el término "tubano" es de la
  propia cosecha de Tirso, pero todo parece apuntar a que el término debió
  ser de uso habitual en la isla de La Española. De hecho Tirso de Molina estuvo
  bastante tiempo en la isla, y allí debió escucharla y colocarla en su
  obra. 
  Resulta curioso constatar que, a excepción de España y sus
  colonias, el consumo de cigarros puros  a finales del siglo XVIII  en Europa es
  prácticamente inexistente. Dependiendo del país, el tabaco se consumía de maneras bien distintas: en Francia y otras  cortes europeas predominaba el esnifado de rapé, en Inglaterra la pipa, en Norteamérica se  mascaba, etc....
El cigarro se pone de moda y se difunde desde España y sus Colonias.
  Tres acontecimientos contribuyen decididamente a la
expansión del consumo de cigarros puros, que a partir de entonces comienza su imparable expansión.
 
      
    Bonita estampa con Cigarreras de la 
                  Fábrica de Tabacos 
                    de Sevilla a finales del siglo
                    XIX.   
     | 
  
Pues bien, podemos afirmar que a partir de 1810 el auge del fumar cigarros puros fue ya imparable.
  Era un lujo realmente caro, exclusivo y restringido a las clases adineradas de la
  sociedad, siendo esa una razón más para su difusión. 
  Desde siempre el tabaco había sido atacado. Ya en  1597 el rey ingles Jacobo I  en sus escritos  condena "la brujería y el tabaco". De sobra conocido fue el exacerbado odio al tabaco de la  Reina Victoria, en oposición a los gustos de su heredero, el futuro monarca Eduardo VII, fumador de cigarros empedernido.  Los moralistas de la
  época lo atacaban llamándolo "el vicio español.
  Así, "el cigarro" sale abiertamente a las calles
  de las ciudades y da pié a los reyes absolutistas europeos de principios del siglo XIX, a prohibirlo en beneficio del clásico rapé, cuyo consumo  estaba en franco declive. 
  Habrá que esperar a las revoluciones liberales de 1848 para recuperar los
  derechos individuales de la sociedad y simultáneamente al triunfo, ya
  definitivo, de la libertad de fumar cigarros y cigarrillos; el rapé y la pipa
  pasan a un segundo plano, desapareciendo muy rápidamente. 
Históricamente, la industria manufacturera del tabaco ha jugado un papel de enorme importancia juntamente con la textil en el lento y difícil proceso de liberación de la mujer y su incorporación a la vida laboral, pues fue una mano de obra barata y muy cualificada en las labores llevadas a cabo en las factorías de tabaco (cigarros y cigarrillos). De ahí la famosa estampa de las cigarreras de Cuba, Sevilla, Cádiz, Madrid, etc... de los siglos XVIII y XVX.
El Tabaco Cubano se revindica 
  como "el mejor del mundo". 
  La liberalización de la producción y
  comercialización del tabaco era un hecho mas o menos asumido oficialmente en el
  comercio internacional. En los albores
  del siglo XIX, en Cuba,  proliferan las pequeñas explotaciones familiares llamadas
  popularmente chinchales.
  Estos pequeños talleres artesanales son los herederos de aquellos  vegueros cubanos o guajiros que habían guardado celosamente los secretos de la cosecha
  del mejor tabaco del mundo y de su elaboración de forma de cigarros artesanales.
  Nacieron inicialmente para satisfacer la demanda familiar y posteriormente la de su
  entorno geográfico mas cercano (pueblo, comarca, etc...), iniciándose de una
  forma totalmente natural un proceso de comercialización rudimentario a través
  de la venta callejera y ambulante en forma de tenduchos, bodegas, etc... donde el  chinchalero dejaba en depósito sus tabacos y ambos conseguían unos bienvenidos
  beneficios. 
  Con el tiempo la demanda fue creciendo y los chinchales fueron
  extendiéndose por toda Cuba de forma espectacular. Creció la competencia e
  inmediatamente sobrevino la lucha por el mercado y como consecuencia lógica, se
  incrementó la calidad, la innovación, el intento por distinguirse unas marcas
  de otras. 
  Sería
  el germen de la poderosa industria nacional tabaquera cubana forjada tanto por los propios
  isleños como por foráneos, sobre todo españoles venidos desde distintas regiones de la vieja Metrópolis
  (asturianos, gallegos, catalanes, canarios, etc...)
  en busca de fortuna. Serían los pioneros de la pujante Industria
  Tabaquera cubana. 
Para hacernos una idea de la importancia del tabaco en la sociedad cubana, solo tenemos que leer estas líneas escritas en 1851 (*4):
« Una parte del tabaco se fabrica en las casas particulares de la Isla (Cuba), para uso de aquellos que no curándose de la elegancia de la forma, hallan una notable economía en esa manipulación doméstica; es el pan casero que reemplaza los panes de moda, introducidos en nuestras mesas aristocráticas.
Difícil sería decir cuanto tabaco se fabrica así en las haciendas; únicamente se sabe el que se fabrica en las tabaquerías, que por término medio son mil seiscientos millones de cigarros por año.
No hay calle en La Habana donde no se encuentre alguna tabaquería; en cada una de ellas hay veinte, treinta, cuarenta o más trabajadores, divididos en varias secciones, cada una de las cuales tiene una ocupación especial. »
Según un informe oficial publicado en 1863 (*5) existían en La Habana nada menos que 516 tabaquerías, empleando a un total de
  15.128 tabaqueros. En cuanto a cigarrerías tan solo había 36, aunque se
  contaba con un número importante de presos y soldados metidos a cigarreros.
  En cuanto a marcas registradas oficialmente, el primer censo de marcas se
  realiza en Cuba en 1848, mediante una orden de D. Gerónimo Valdés (Capital
  General de Cuba) mediante la cual requería a la Litografía de los Hermanos
  Costa, conocida como Imprenta del Gobierno o Imprenta de  los Españoles,
  un informe sobre los trabajos litográficos realizados por empresas tabaqueras
  cubanas hasta aquel año de 1848. En dicho informe se censaron 412 etiquetas litográficas, 232  para  cigarros puros y 180 para
  marquillas cigarreras. 
Respecto a la mano de obra en las vegas cubanas, decir que ocupaba a gran número de personas. Distintos informes oficiales y los viajeros que visitaron Cuba entre 1820 y 1880 ponen de relieve que en las vegas de tabaco el grueso de la mano de obra era mayoritariamente esclava. El número de obreros en las vegas oscila entre 40.000 (según el informe de Pezuela) y 113.000 (según informe de Pardo Betancourt), en cualquier caso, se trata de un número importante.
En los Estados Unidos la sociedad consume tabaco de forma
  bien distinta, pues durante casi todo el siglo XIX se limita a masticarlo o mascarlo; así,
  cerca del 90% de las fábricas tabaqueras se dedicaron exclusivamente  a la
  producción de tabaco para mascar. Se conoce un censo de 1860 sobre fábricas de
  tabaco en Virginia y Carolina del Norte, que cifra en 348 fábricas de tabaco
  existentes, de
  las cuales solo 6 producían tabaco para fumar. 
El consumo de cigarros solo comenzó a ponerse de moda a partir de la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) y en concreto de su general Ulysses S. Grant, presidente número 18 de los EE.UU., cuya figura estuvo siempre asociada al cigarro contribuyendo así a su rápida difusión.
En definitiva, el auge del tabaco superaba toda previsión. Los gobiernos luchaban por implantar un cierto control estatal para gravar con impuestos la producción y exportación de tabaco. Para hacernos una idea de esto, basta decir que en un informe oficial de 1859 se afirmaba que al menos el 40% de los puros y de la rama exportados salió de la Isla (Cuba) ilegalmente, pero los datos publicados en el mismo informe hacían pensar que la cifra real podría seguramente superar el 70%. Los propios fabricantes y tabaqueros reconocían la gran importancia del contrabando. En 1887 un periódico de La Habana se atrevía a publicar una triste realidad:
« El contrabando en Cuba es una necesidad económica y social que deben tolerar los gobiernos y las autoridades para beneficio propio, del comercio, y del país en general».
Durante bastante tiempo se produjo un “tira y afloja” entre gobiernos, productores y consumidores. Las autoridades gubernamentales intentando recaudar a productores, distribuidores y consumidores, persiguiendo el contrabando, fijando impuestos, tasas, etc.... Los tabaqueros, pequeños productores, chinchaleros, etc...luchando por el mercado, compitiendo en calidad, exclusividad y precio. Los comercializadores vendiendo tabacos (legítimos, falsos o copias, de contrabando, etc...). Finalmente los consumidores buscando el mejor cigarro, libre de falsificaciones o manipulaciones, al mejor postor, y por supuesto al mejor precio posible.
 
       La ciudad tabaquera de Tampa y sus principales factorías tabaqueras. Hacer clic para entrar en la web   | 
  
De esta lucha de los fabricantes por proteger sus preciadas labores de fraudes y
  falsificaciones, así como  de la necesidad de distinguir y adornar los cigarros puros
  destinados, no nos olvidemos, a personas de alto nivel social, nacen primero
  (entre 1836 y 1840) las etiquetas incorporadas en las cajas de cigarrillos o marquillas
    cigarreras. 
     Los envases de lujo que  Ramón Allones (La Eminencia) y la familia Susini (La Honradez) comenzaron a utilizar en aquellos años 1840-1850 y que tanto llamaron la atención en las mesas de los   príncipes,  reyes y  emperadores europeos, fueron rápidamente imitados    más tarde por el resto de  fabricantes cubanos. (*14)
  Al poco tiempo, en los últimos años de la década, entre 1845 y 1850, aparecen  las etiquetas litografiadas que se incorporan en las cajas de cigarros puros dando lugar al denominado técnicamente en nuestro coleccionismo juego de habilitaciones  y finalmente aparecen las  vitolas, anillando individualmente los
  cigarros puros (seguramente con posterioridad a 1870).
  Todas estas fechas aproximadas
  son el resultado de las mas recientes investigaciones llevadas a cabo por   Florencio Giménez Caballero, q.e.p.d.,   reconocido internacionalmente como uno de los expertos  vitolfílicos mas valorados y cualificados, ya que ha
  estudiado durante décadas el fascinante mundo de la vitolfília, y muy especialmente  el entorno del tabaco cubano, que siempre constituyó su gran pasión. 
 
       
                  Fábrica de Vicente Martínez Ybor (Tampa, 1900)  | 
  
LA
  EMIGRACIÓN CUBANA Y EUROPEA AL SUR DE LOS ESTADOS UNIDOS
  Un gran acontecimiento de gran relevancia económica y social
  fue la emigración de fabricantes tabaqueros (principalmente cubanos) hacia el sur de los Estados
  Unidos a partir de 1869, debido
  a la situación político-económica existente en Cuba en aquellos años, debida
  al inicio de la guerra de los Diez Años. Muchos  de esos emigrantes se
  asentaron en la ciudad de Cayo Hueso o Key West (Florida) y también en otras grandes ciudades como Nueva York, Filadelfia, Nueva Orleans, etc. 
  
  La industria del tabaco tenía escasa actividad pero no era  inexistente en
  la zona de Cayo Hueso, pues ya en 1831 William H. Wall había establecido la primera factoría
  o taller tabaquero en la ciudad con un número de 50 empleados. 
  Pues bien, muchos de aquellos emigrantes cubanos eran expertos trabajadores
  tabaqueros y desde los primeros momentos se dedicaron a actividades relacionadas
  con el tabaco.
  Gabino Gutiérrez, importador español y arquitecto de profesión
  residente en New York  persuade a sus dos amigos tabaqueros Vicente Martínez
    Ybor y a Ignacio Haya para que trasladen sus operaciones
  manufactureras de tabacos hechos a mano a la ciudad de Tampa, para
  aprovechar su buena infraestructura con su puerto y su nuevo servicio
  ferroviario. Liderados por ellos, otros muchos empresarios tabaqueros siguieron
  su ejemplo y fundaron allí sus fábricas de tabaco con grandes perspectivas de éxito..
  
Buena prueba del crecimiento de la actividad tabaquera son las siguientes
  cifras:
  En 1868 vivían
  en Cayo Hueso unos 3.000 trabajadores vinculados a la industria tabaquera; en 1870 había 29 fábricas y en 1875 la producción de cigarros habanos llegó a 25
  millones; en 1878 los habitantes eran 18.000, la mayoría cubanos; en 1880 llega a haber unas 44 fábricas que empleaban aproximadamente a
  1.400 tabaqueros; en 1890 la producción de tabacos en la Florida para el mercado
  norteamericano alcanzó la cifra de 100 millones, producidos en unas 130
  tabaquerías.
  A partir de 1880 la producción en Cayo Hueso comenzó a descender. Dadas la
  malas perspectivas, en 1885 Martínez Ybor viaja a la
  ciudad de  Tampa por recomendación de su amigo y también tabaquero  Ignacio
    Haya,
  y decide invertir en dicha ciudad. Partieron de Cayo Hueso muchos propietarios de tabaquerías y obreros
  con destino a Tampa, formándose un tejido social e industrias de características similares a la
  existía en Cayo. En 1880 Tampa contaba con 700 habitantes y en 1890  era de cerca de 5.500, la mayoría trabajando en la industria del tabaco. Tanto
  creció la ciudad que en 1885 se construye un suburbio en las afueras de la
  ciudad dedicado a la industria tabaquera que llegó ser una nueva ciudad y que
se llamo  Ybor City en homenaje a su fundador.
La pujante industria se extiende como la pólvora por todo Estados Unidos,
  creándose nuevas fábricas en innumerables puntos del país: Nueva York,
  Filadelfia, Detroit, San Francisco, etc... empleando a un gran número de
  inmigrantes venidos de todos los puntos del planeta: cubanos, españoles,
  checos, alemanes, chinos. Resulta realmente curioso observar como se concentraban por
  procedencias, debido, en muchas ocasiones, al efecto llamada. Por ejemplo en San
  Francisco mas del 90% eran trabajadores chinos, en Nueva York llegaron en gran
  número inmigrantes de origen checo y con gran experiencia tabaquera pues procedían
  de tabaquerías de su
  país en busca de mejores sueldos.
  Como conclusión, reproduzco unas cifras estimadas proporcionadas por el gran coleccionista
  y estudioso del tabaco norteamericano Tony Hyman, que dan una ligera idea
  del impresionante desarrollo que alcanzó la economía del tabaco en los EEUU.
  Dice Hyman que entre
  los años 1880 y 1920 existieron en este país unas 150.000 fábricas de tabaco  que llegaron a lanzar al mercado mas de 1.500.000 marcas con una venta estimada
  de 250.000 millones de cigarros. 
  Si desea conocer más a fondo el cultivo del tabaco y el desarrollo de la industria tabaquera en los EE.UU. pulse el siguiente vínculo      «--  AMPLIAR INFORMACIÓN --»
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 Fabrica de Tabacos Yenidze 
        en Dresde (Alemania).  | 
  
A
  finales del siglo  XIX, el cigarro se consolida como paradigma de lujo, moda y distinción 
  Resumiendo todo lo dicho hasta ahora, vemos como el cigarro a finales del
  siglo XIX se ha puesto de moda, propiciado por las clases aristocráticas y
  acomodadas de la sociedad, y finalmente su consumo se consolida a todos los
  niveles y clases sociales. 
  Las casas reales e imperiales reinantes en la refinada y aristocrática Europa de finales de
  siglo XIX, así como las élites de la sociedad quieren distinguirse ofreciendo en cuantos actos de relevancia
  participaban la exquisitez de los mejores habanos, adornados por bellas vitolas
  diseñadas especialmente para ellos o para la ocasión.
  El cigarro es sinónimo de moda, lujo y distinción, y triunfa como objeto de consumo
  exclusivo entre la alta sociedad del momento, obligando a los fabricantes tabaqueros e imprentas litográficas a
  superarse día a día en calidad, diseño, originalidad y belleza. La creciente
  clase media-alta adinerada emula a sus monarcas y aristócratas y también lo
  incorpora a sus modas y costumbres, con lo que el cigarro puro también se
  extiende como la pólvora entre la sociedad burguesa del momento. Es la época
  dorada del cigarro puro y por ende de la vitolfília.
  Lujosas vitolas y habilitaciones
  exclusivas de monarcas, estadistas, generales, políticos, financieros,
  industriales, literatos, deportistas, tabaqueros, club sociales y deportivos,
  casinos, compañías navieras, y un larguísimo etc... se
  encargan para adornar y prestigiar las cajas y cigarros que ofrecerán
orgullosos a sus amistades.
       Fabrica de Tabacos de Valencia (1909).  | 
  
La influencia del cigarro es enorme y llega por doquier a todas partes, incluso a las prendas de vestir, pues parece ser que el origen del esmoquin o smoking se remonta al siglo XIX en que los caballeros británicos se ponían esta chaqueta (smoking jacket) cuando se retiraban a fumar. Fumar era algo mas que moda o puro placer; constituía toda una ceremonia social, un motivo o pretexto para la reunión entre amigos; era un momento esperado para la charla distendida, para descanso. En definitiva es algo que en nuestra sociedad moderna, apresurada y pragmática entendemos con cierta dificultad, como ocurre con bastantes cosas del pasado.
Consecuencia de este auge del fumar cigarros puros y cigarrillos en todo el mundo sería la continua aparición de fábricas de tabaco, que con materia prima procedente de cualquier país con menor cultura tabaquera que Cuba, EEUU o México, hacen florecer una potente industria tabaquera: Las Islas Canarias (España), Payerne y Vevey (Suiza), Eindhoven, Roterdam, Culemborg (Holanda), Bremen (Alemania), Amberes (Bélgica), etc.
Ejemplo de casos exóticos, citar la fábrica de tabacos Yenidze en Dresde (Sajonia, Alemania) construida por el arquitecto Martin Hammitzsch. La fábrica, gestionada por turcos, utilizaba seguramente hoja procedente de la zona de Yenidze, en la parte griega de Macedonia. Se inauguró en 1909 y por su exotismo es conocida en Dresde como la mezquita del tabaco.
El Tabaco es ya un poder económico y por tanto objeto de codicia. Los EE.UU. se adueñan de gran parte de esta riqueza.
  Antes de la independencia cubana, la pujante industria tabaquera se había
  convertido en un pilar
  básico de la economía de los países tradicionalmente tabaqueros, como Cuba,
  México, República Dominicana y los cada vez mas potentes Estados Unidos de América,
  entre otros.
  Pero el imparable auge del tabaco en Cuba, su riqueza creciente y el prestigio global de su industria, basado en la inigualable calidad de su tabaco, despierta inevitablemente la
codicia de otras potencias y atrae la atención de los financieros internacionales. La   entrada de capital  británico había consistido en  meras inversiones, dejando   la gestión de los negocios a los empresarios locales. Así, en 1888, un consorcio inglés con sede en la ciudad de Londres, donde los   cigarros cubanos estaban de plena moda,    compró la compañía de Gustavo Bock junto a su emblemática marca Águila de Oro. El interés del sindicato  era el   control de la compañía pero como su conocimiento del negocio tabaquero era muy  escaso,   deciden  poner a  Bock  a la cabeza de la compañía.
Aportan  liquidez económica suficiente para    la captación de nuevas  marcas de tabaco y  
  entonces Bock pone su punto de mira estratégico en  la prestigiosa fábrica Henry Clay, propiedad en aquellos momentos de los  sucesores legales de Julián Álvarez, que habían formado la sociedad Vda. de Julián Álvarez. Entre 1889 y 1890 se negocia llegándose a un acuerdo mediante el que se  crearía  la poderosa asociación industrial Henry Clay and Bock & Co. Ltd. 
  a década de 1890 resultó ser un periodo mucho más complicado de lo que pensaban los inversionistas británicos, pues en primer lugar, en 1890, el Congreso de los Estados Unidos  elevó  un 80% los derechos de   importación al tabaco cubano por la aplicación de  la ley arancelaria de  Mc. Kinley, y en segundo lugar dan comienzo  las revueltas de insurgentes que finalmente desembocarían en el estallido de la segunda y definitiva Guerra de Independencia en Cuba, en 1895, con el famoso grito de Baire.
Desde hacía tiempo, Cuba  estaba en el punto de mira de
  su poderoso vecino, los Estados Unidos de Norteamérica, de hecho ya habían tomado
  posiciones en Cuba, comprando grandes
  extensiones de terreno cultivable.  Pero  ahora deciden entrar en la escena y pasarán pronto a la acción, primero veladamente ayudando a los revolucionarios cubanos contra los
  españoles, y en un segundo y definitivo paso  forzando una desigual guerra contra
  España, que encubría oscuros intereses económicos, como al poco tiempo se
  comprobaría. Los acontecimientos son muy rápidos. 
  El 1 de Mayo del 1898, la flota del
  Pacífico de Estados Unidos vence a la flota española de Filipinas en el famoso  desastre de Cavite. El 15 de febrero de 1898 hacen  explotar deliberadamente
  su acorazado  Maine y acusa a España de dicho acto. El 3 de Julio se pierde la
  única batalla naval de la contienda y el 18 de Octubre de 1898 la bandera del
  nuevo estado cubano se izaba en la fortaleza de El Morro. España había pasado
  de la euforia triunfalista y tendenciosa, movida por medios propagandísticas
  afines al gobierno, que engañaron a un pueblo inculto e ingenuo haciéndole
creer en un inexistente poderío militar a un desencanto y la rabia popular.
En 1898,   el ejército español  fue reemplazado por el ejército de ocupación de los  EE.UU., cuyo objetivo era estabilizar el país. Cuba solo
  había cambiado de dueño, con la particularidad de que este era mas fuerte,
  tenía muy claro lo que le interesaba y estaba más cerca. La
  alegría del pueblo cubano y de sus autoridades se van quedando al margen de
  todo y los EEUU van tomando posiciones políticas y económicas.
 
  En el  tratado
    de París, España perdía todas sus colonias: Filipinas, Cuba, Puerto Rico y el
  resto de islas del Caribe. Como compensación los Estados Unidos nos pagarían
  veinte millones de dólares. Pero los cubanos quedaron al margen de estas
  conversaciones y no  intervinieron en nada. 
  El general John R. Brooke toma posesión como gobernador militar de Cuba bajo la excusa de su
  pacificación y ordenación administrativa. En pocos meses, se destapan sus
  intenciones reales y pasan a la acción  cuidadosamente planificada, dividen al
  pueblo cubano haciendo pasar a la clandestinidad al ejército revolucionario y
disuelven la Asamblea de Representantes. 
Uno de sus principales objetivos, que conseguirían rápidamente, sería el control del codiciado tabaco cubano en el que Cuba basaba su economía junto con el azúcar. El 20 de mayo de 1902 EEUU traspasa oficialmente los poderes a Tomás Estrada Palma, que se convierte así en el primer presidente de la República de Cuba. No obstante, los Estados Unidos, mediante la enmienda Platt, en honor al senador Orville S. Platt que la presentó, Cuba otorga los EEUU el derecho de intervención para «asegurar la independencia de Cuba y la pervivencia de un gobierno estable». Recordaremos que esta misma enmienda se utiliza en 1906 para intervenir con un ejército de 2.000 soldados y reestablecer la paz, después de la revuelta popular de Agosto del mismo año llamada guerrita de agosto. El presidente Roosevelt designa a Charles Magoon como Gobernador de la Isla.
Con el control político de la situación, ya tienen el campo libre para hacerse con una de las principales fuentes de riqueza de la isla (el tabaco) y actúan desplegando un entramado complejo de compañías inglesas y norteamericanas con estrategias e intereses de gran calado político y económico, que progresivamente se van haciendo con la gestión y el control efectivo de las principales fábricas tabaqueras del recién constituido país.
 Aparece  una nueva compañía con capital británico, la  Havana Cigar& Tobacco Factories Ltd.  que absorve al grupo de empresas, también inglés, Henry Clay and Bock &
    Co. Ltd. con
      Gustavo Bock a la cabeza. Bock y el sindicato británico al que representaba se aprovechó de esta situación favorable para sus intereses y continuó  absorviendo  fábricas tan importantes, como Hija de Cabañas y Carvajal, La Corona y La Legitimidad. 
  En pocos años, esta  empresa llega a tener hasta 35
  marcas de tabaco cubanas  tan prestigiosas como: La Corona,
  H. de Cabañas y Carbajal, La Rosa de Santiago, La Meridiana, Manuel García
Alonso, El Águila de Oro, La Africana, La Flor de Naves, La Española, etc. 
 En 1899, entra en liza otro nuevo consorcio financiero o  trust (8) la Havana Commercial Company, perteneciente al grupo de H.B. Collins &
    Co.  que compra diversas fábricas de tabaco
y plantaciones entre ellas estaban las prestigiosas fábricas de Pedro Murias. 
Pero el verdadero  desembarco  comienza   en 1901, cuando entra en liza  el todopoderoso Washington Duke con su hijo James Buchanan (apodado Buck) a la cabeza de sus negocio con  su empresa matriz la American Tobacco Co, resultado de la fusión en 1890 de las cinco mayores empresas norteamericanas de cigarrillos. 
Duke, fundador de todo este  imperio, había ido construyendo un auténtico imperio basado en la industria del tabaco, pero centrado más en los cigarrillos. A principios del siglo XX tenía el control absoluto del mercado tabaquero de los EE.UU. y   comenzó a buscar nuevos mercados en el extranjero para añadir a su imperio y   pone su punto de mira en dos frentes simultáneamente:  Cuba y el Reino Unido; pero había otro aspecto importante que condicionó  su estrategia:  los   cigarros puros era el único sector del mercado de los EE.UU. que escapaba a su   dominio  y por tanto decidió utilizar su trust para anexionar a su grupo  las fábricas y marcas de cigarros   más prestigiosas del mundo (las cubanas).
Para ello, Ducke crea  una    nueva compañía, la American Cigar Co. (mas tarde Havana Tobacco Company), que se embarca  en una gran orgía  de  compras:  23 fábricas de tabaco e incontables marcas de cigarros cubanos, entre ellas el sindicato británico  anteriormente citado  Havana Cigar
  & Tobacco Factories Ltd, que  seguía bajo  la sabia dirección de Gustavo Bock y  la Havana Commercial Company, ambas operaciones realizadas en  enero de 1902. Se decía que la producción combinada de estas fábricas representaban   alrededor del 90% de todas las exportaciones de  puros cubanos en ese   momento (*12).
  
Bock pronto fue designado por el trust  en Nueva York para gestionar todos sus intereses de producción en Cuba, con instrucciones claras sobre la táctica a llevar, y una de las consignas que recibió fue conseguir la  rápida racionalización de la producción (mejora, abaratamiento, etc...), por lo que Bock se vió obligado, en un corto espacio de tiempo, a cerrar  16 fábricas de cigarros y reordenar bruscamente a producción de las siete restantes, entre ellas  estaba la nueva fábrica de La Corona, ubicada en el nº  10 de la calle Zulueta.
 Como consecuencia de esta profunda reestructuración, gran parte de la producción de las fábricas cerradas se trasladó  a este enorme edificio, el primero   de  La Habana que se construyó con  vigas de hierro, y que en La Habana llamaban popularmente El Panteón, dado que consideraban que allí  estaban sepultadas un buen  número de fábricas de tabaco cubanas.
  La American Tobacco Company,  creada  en 1890,  era la cabeza visible del imperio de Duke y estaba gestionada y dirigida pos sus dos hijos y emprende un  proceso de monopolización y control
  total  imparable.  Para ello,  Duke fusiona sus dos empresas: Continental Tobacco
    Co. y American Tobacco Co. en la todopoderosa Consolidated Tabaco Company y pone a su hijo James Buchanam al frente. En 1902 absorbe a la anteriormente citada Havana Commercial Co. y con la colaboración de dos empresas sus subsidiarias la Havana
      Tobacco Co. (dirigida por Gustavo Bock) y la Cuban Land and Leaf Co.
  (dedicada en exclusiva al tabaco en rama) remata la operación de monopolio económico. 
Los fabricantes Independientes Cubanos resisten.
  El imperio de Duke consiguió controlar gran parte de la exportación de tabaco
  cubano a excepción de las marcas que los
  cubanos llamaban coloquialmente los independientes, que resistirían con esfuerzo y
  mayor o menor fortuna. 
  Las fábricas incorporadas a
  los trust respetaban los nombres de las marcas porque les interesaba conservar el gran prestigio del
  tabaco cubano que dichas marcas representaban, pero el control, la gestión y administración de las empresas, y
  por supuesto los beneficios, iban a parar a los manos de los dueños norteamericanos, quedando
  relegadas al papel de meros proveedores de materia prima, es decir, a la
  producción de hojas de tabaco. 
  En las grandes explotaciones gobernadas por los
  trust norteamericanos, los guajiros o pequeños productores tabaqueros pasan de
  trabajadores independientes a simples asalariados, lo cual propició un gran
  descontento promovido por un sentido social y espíritu de rebeldía que
culminaría años mas tarde en la revolución obrera.
Pronto, tantos  tejemanejes se hacen  tan profundamente impopulares   entre los tabaqueros cubanos que desembocan en  las huelgas de 1902, muy centradas en las fábricas controladas por el trust. Hay que entender que los empresarios tabaqueros constituian  una   élite muy  influyente  entre los trabajadores cubanos; además  muchos de ellos habían luchado activamente por la independencia de la isla.  
  
Pero queda otro aspecto que contribuyó a enrarecer aún más las relaciones  entre propietarios o gerentes de las fábricas tabaqueras y los dirigentes del trust americano y fue   la racionalización de producción llevada a cabo, que supuso la centralización en un solo edificio del tradicional y delicado proceso  de preparación y mezcla del  tabaco, para todos los tipos de cigarro. Estas técnicas tradicionales constituian el orgullo de la industria tabaquera cubana y  siempre se habían realizado individualmente dentro de cada fábrica.  Este fue un claro desafío para la reputación de la totalidad de la industria tabaquera cubana y de su prestigio en todo el mundo.
Gustavo Bock pronto se convierte en una figura mal considerada   en La Habana y su prestigio, que llegó a ser muy alto, decae rápidamente debido a las   medidas que se vió obligado a tomar como consecuencia directa de las directrices  que el trust al que representaba como director general  de   todas sus empresas en Cuba le había fijado.
  El trust  estaba preocupado  por el giro que tomaban  los acontecimientos, por lo que,   en  1904, invitaron  a  Bock a escribir un libro  en dos idiomas,   titulado The Truth about the Havana Cigar, que viene a traducirse como La Verdad sobre  el Cigarro Puro Habano, que sería editado por La Havana Tobacco Company el 19 de Julio de 1904. En dicho libro, que tenía mucho de propaganda interesada, afirmaba 
  que la empresa Havana
  Tobacco Company,  con sus 23 grandes marcas, acaparaba   una cuota del 80% de mercado del cigarro puro para la exportación . 
  Un año más tarde, en 1905, aparece en la prensa local otra
  versión de la verdad o the truth, escrita esta vez por
  el periodista y fabricante de cigarros  José González Aguirre (*12) en su artículo  La Verdad sobre la Industria del Tabaco  Habano. Aguirre
  señalaba,
  entre otras cosas, que del análisis de los archivos o registros oficiales de exportación del país se podía
  calcular una cuota de mercado de exportación para los trust británico-estadounidenses
  aproximadamente del 53% en lugar del 80% que fijaba el libro de Bock, de lo cual se deduciría
  una cuota de producción del 47% para los independientes. También detallaba una
lista de 44    marcas independientes en total.
Aguirre publicó numerosos y excelentes artículos en defensa de los intereses obreros del ramo, exponiendo "su verdad" sobre lo que estaba ocurriendo en esa lucha despiadada entre las fábricas del trust y el resto de los fabricantes de tabacos cubanos. En sus artículos de la revista El tabaco, fundada y dirigida por él mismo, hablaba irónicamente de los talentos de Bock del siguiente modo:
«... Es un vendedor activo y competente, que tiene la ventaja de conocer los mercados europeos y americanos, pero aquí, en esta capital ... nadie considera que el Sr. Bock sea un buen dministrador de fábricas de tabaco y en relación con la agricultura y la industria es más que mediocre.»
Si hubo un ganador de este debate dialéctico y propagandístico fueron los tabaqueros Independientes. El paso del tiempo demostró que las exportaciones de las marcas del trust, con sus emblemáticas marcas Henry Clay, Águila de Oro, Cabañas, La Corona, Villar y Villar, Flor de Cuba, etc... a la cabeza descendió un 38 % aproximadamente, mientras que las marcas de propiedad ajena al trust, como H. Upmann, Montecristo, Romeo y Julieta, Partagás, Punch, Hoyo de Monterrey y Larrañaga, entre otras... ascendían continuamente. (*13).
Fin oficial de la intervencion norteamericana
    La primera década del siglo veinte viene marcada por la tutela norteamericana de la Isla y es a partir de las leyes de
    abolición de la esclavitud y el cese del monopolio, cuando comienza en Cuba la
  época de la República. La intervención norteamericana finaliza en 1909 en el
    que unas elecciones libres dan la presidencia a  José Miguel Gómez.
    Siguiendo la tónica general del resto de países, el movimiento obrero
    sindical, la creación de gremios, comités y sindicatos va en aumento; en 1914 se celebra el Congreso
    Nacional Obrero y en él, los trabajadores de los trust tabaqueros americanos resultan los mas
activos. 
La depresión de la década de 1920 resulta un fuerte golpe para
  la industria tabaquera cubana y se prolonga hasta la década de 1930. Cierres
  empresariales, rebajas salariales, revueltas y huelgas ponen en peligro a los
  fabricantes, que tratan de mantenerse o se ven abocados al cierre. Los trust
  tratan de convencer a los fabricantes para que se unieran y pudieran así frenar
  el poder de los sindicatos.
  Es conocido el caso de la fábrica de la lucha de
  los trabajadores de La Corona, pertenecientes en ese momento a la marca  Havana
    Cigar and Tobacco Factories Ltd. Sucesor, subsidiaria de la  American Tobacco
      Company, que después de liderar durante bastantes años el movimiento de resistencia
  obrera en Cuba y tras los malos resultados de su actividad tras la depresión
  1920-1930, hacen que la dirección decida que la fábrica conjuntamente con
  otras, traslade parte de su producción de cigarros a  Trenton (New Jersey). Dado
  lo emblemático de la marca, la dirección de fabricación hace que las
  instalaciones se mejoren y perfeccionen hasta tal punto que se consigue
  reproducir en su interior el ambiente y las condiciones similares a las que
  tenía en La Habana, en el  Palacio de Aldama, simulándose hasta las condiciones
  meteorológicas de la Isla (temperatura, humedad, etc...).
  No obstante, los
  problemas entre trabajadores y empresa continúan sin tregua, siendo famosas sus
  proclamas y consignas en panfletos y boletines, como donde se veía el dibujo de
  un pulpo gigante coronado con la leyenda "El regreso del PULPO" y en
  el interior de la corona la leyenda "LA CORONA". El pulpo trataba de
  agarrar con sus tentáculos a los obreros. (*7) 
El creciente movimiento obrero iría cuajando en
  Cuba y culminaría con el proceso
  revolucionario cubano (1953-1959) de  Fidel Castro. Una de las primeras iniciativas de Fidel Castro tras
    la toma del poder en Cuba fue la nacionalización del azúcar y los cigarros,
    los dos principales recursos de la Isla. 
  Fidel deseaba terminar con la época
  de las grandes firmas, y sus sobrecargados adornos de oro y púrpura. Su idea de
  socialismo le dirigía a reemplazar las cerca de novecientas sesenta marcas de
  cigarros existentes por un cigarro popular, disponible en tres o cuatro
dimensiones como máximo. 
 Algunos propietarios desposeídos intentaron
  acciones judiciales ante el Tribunal de La Haya. Otros decidieron explotar su
  marca en el exilio, en tierras de Virginia, de Florida, de Filipinas, en
  Canarias, en Oriente. Este fue el caso de Henrry Clay, La Corona, Cabañas o Murias, cuyos cigarros se encuentran hoy en el mercado pero ya no son
  habanos. 
  Circularon muchos rumores. Se dijo que ciertos propietarios habían
  arrancado sus mejores plantas para aclimatarlas bajo otros cielos; que habían
  procurado destruir para siempre las plantaciones antes de abandonar Cuba; que
  sin ellos el cuadrilátero sagrado de Vuelta Abajo nunca más produciría
  grandes capas, hojas de alta calidad. 
Todo esto demostraba el desconocimiento de la extraordinaria vitalidad del pueblo cubano y sus enormes conocimientos sobre el tabaco. Hoy en día existen grandes expectativas depositadas en la apertura democrática y comercial de Cuba. (*11)
FUENTES DE INFORMACIÓN.
  (*1)   Revista AVE Nº.135, P.23
  (*2)     Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Autor:
      Fernando Ortíz. Editado en 2002 - 805 páginas
  (*3)    Viaje pintoresco a las dos
    Américas, Asia y África. Autores: A. D'Orbigny  y J.B. Eyries. Publicado
    en 1842.
     (*4)   Cartas sobre la América, Mexico 1851 del escritor y
    viajero francés Xavier Marmier, tomo II página 85.
     (*5)    Informe Ilustrado y Estadístico sobre los elementos de
    riqueza del tabaco, por orden del Intendente General del Ejército y Real
    Hacienda de la Isla de Cuba, Conde Armildez de Toledo, redactado por Don Isidro
    Wals en 1861 publicado por D. Valentín Pardo y Betancourt, Contador Honorario
    de la Provincia de Ultramar. La Habana 1863. Tomado del libro: Contrapunteo cubano del tabaco y el
    azúcar.
     (*6)   Informe de D. Valentín Pardo y Betancourt, publicado en
    1859. Tomado del libro O pan, o plomo escrito por Joan
    Casanovas.
     (*7)    Revistas AVE 311-313.
    Artículo de Juan José Serrano del Valle sobre el primer centenario de la
    república independiente de Cuba.
     (*8)    La Real Academia define "trust"
    como: grupo de empresas unidas para monopolizar el mercado y controlar los
    precios en su propio beneficio. 
     (*9)   Perelman’s
    Pocket Cyclopedia of Havana Cigars: 3rd edition - Havana brand history: The great companies.      http://www.cigarcyclopedia.com/images/stories/cyclopediahavana/05_havana_ch402_82907.pdf
    (*10)  The Truth of Havana Cigars. Autor: Gustavo Bock,  editado el 19 de julio de 1904 por la Havana Tobacco Company, empresa para la que Bock trabajaba como presidente.
     (*11)   Conexión
      Cubana - Artículos (vegueromanía)
  
  (*12)   José González Aguirre, periodista y 
    tabaquero español (Candamo)      http://www.vivirasturias.com/asturias/candamo/gonzalez-aguirre-jose/es
  (*13)    Marcas independientes: 
    The story of Cuba’s 'Marcas Independientes' or Independent Brands by Simon Chase.     http://cigars.co.uk/printable/node/242
    (*14)    José Rivero Muñiz. En Revista Tabaco (La Habana). Agosto-Noviembre, 1933. 
    
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